Cuatro meses a la espera de una operación

A Yeibeth García no le importó cuando los médicos le dijeron que podía quedarse en el área de hospitalización pero sin fecha para operar a su hija. No lo pensó dos veces. Tomó las cosas de ambas y partió de Güigüe, estado Carabobo, a Caracas para atender a la niña en el hospital pediátrico. Durante nueve meses repitió el viaje de 157 kilómetros, seis horas y cinco transportes semanalmente para las consultas de la pequeña en el José Manuel de los Ríos. Ahora sí estaría más cerca de la operación finalmente. O, al menos, eso pensó.

Fueron más de cuatro meses de espera los que transcurrieron en una de las habitaciones del piso cinco del servicio de Neurocirugía. Quirófano había, lo que no había era un cupo en la unidad de cuidados intensivos para operar a la niña Darifer en el hospital, donde solo hay cuatro camas operativas de un total de 12 por la falta de personal.

Darifer tiene nueve años de edad y el 17 de julio pasado se le asignó un número de historia del J.M. de los Ríos, el 750538. Su diagnóstico fue una hidrocefalia secundaria ocasionada por un tumor alojado en la base del cráneo. Pacientemente en su habitación, entre videojuegos, esperó a que llegara la fecha de la extracción de tumor.

Cuando al fin parecía que la intervención quirúrgica venía pronto, iniciaron los trabajos de remodelación del hospital aprobados por el presidente Nicolás Maduro y previstos para culminar el 1 de agosto. La mitad de los quirófanos volvieron a abrir el 4 de octubre, pero el cupo en la UCI seguía sin liberarse.

Un gorro cubre la cabeza y el corto cabello de Darifer, quien ya había sido operada antes en el Hospital Central de Maracay. “Ahí sí que no hay nada”, suelta la madre. Le colocaron una válvula para drenar la acumulación excesiva de líquido cefalorraquídeo causado por la hidrocefalia y, luego de la intervención, pasó a formar parte del grueso de niños que ven consultas en servicio de Neurocirugía del J.M. de los Ríos.

Durante nueve meses, Yeibeth y Darifer viajaron a Caracas para las consultas semanales. “A veces dormía en el piso del terminal de La Bandera mientras se hacía de día para poder traer a mi hija para acá. Me traía todas las cosas conmigo porque no sabía cuándo iban a darme una cama para poder quedarnos”, explica.

Conseguir la válvula para Darifer fue una tarea titánica. “En aquel momento, en octubre del año pasado, costaba 650 mil bolívares. Mi sobrino tuvo que empeñar la moto para poder comprarla. Tuvimos que hacer de todo, buscar donaciones, hacer una rifa y una verbena para poder pagar”, recuerda Yeibeth.

“Mi hija es la primera en la lista de operaciones“, solía decir Yeibeth García en septiembre a las otras madres del servicio. Con mente positiva, presagiaba que pronto regresaría a Güigüe y que el ajetreo pasaría. “A Darifer no le vamos a celebrar los 15 años aquí. Este mismo mes me la operan”, bromeaba a mediados de noviembre.

Dicho y hecho. Dos días antes de que finalizara noviembre, el miércoles 29, operaron a Darifer. Madre e hija perdieron poco más de cuatro meses a la espera en una de las habitaciones del piso cinco del hospital. No ven la hora de regresar a su natal Güigüe.