Viacrucis para conseguir las quimios

   “Uno viene aquí porque debería haber de todo”, dice Yelitza Ortega, quien se trasladó a Caracas para poder tratar a su hijo con leucemia. Lo dice y luego calla, porque sabe bien lo que no hay en el J.M.: no hay vitaminas, ni el hierro, ni el ácido fólico, ni el quimioprotector, ni la quimioterapia que necesita para Alexis, de 12 años.

Pensó que en la capital tendría mejor suerte que en su ciudad natal, Valle de la Pascua (Guárico). Y ha sido así en parte. Al adolescente lo diagnosticaron en el hospital local Rafael Zamora Arévalo. “Pero no había cómo atenderlo ahí”, relata su madre. Después lo llevaron al hospital Israel Ranuárez Balza, en San Juan de los Morros, “pero ahí no se conseguía nada y lo trasladaron a Caracas”, remata Ortega.

Desde hace tres meses y medio, Alexis asiste de martes a viernes al servicio de Hematología del J. M. de los Ríos para que le coloquen la quimioterapia.

Alexis, su padre y su madre abandonaron su vida en Guárico y a los otros hermanos por los próximos dos años. Viven alquilados en un apartamento en la avenida San Martín y el padre de familia, quien es albañil, no ha podido trabajar desde que al adolescente le diagnosticaron la enfermedad en junio de este año.

Yelitza poco a poco se familiariza con una ciudad y una lucha que siempre le habían sido ajenas. “Nosotros somos de bajos recursos”, comenta. Poco sabe de las fundaciones que la pueden ayudar a costear, al menos, los exámenes, ya por el orden de los millones de bolívares

Milagros con la medicina

Félix dobla la edad de Robert, pero ambos empezaron el protocolo para la leucemia al mismo tiempo. Sus camas están una al lado de la otra en el servicio de Hematología y, mientras juegan, esperan a que los médicos les realicen una punción lumbar. Al final, no les tomaron la muestra del líquido cefalorraquídeo debido a una filtración en el quirófano.

Robert le insiste a Félix para jugar. Le lanza una pelota y el otro la esconde. El más grande se ve cansado, pero trata de seguirle el juego al más pequeño para que no se ponga triste.

“Robert tiene seis años y empezó el protocolo el 30 de junio, como Félix. Le diagnosticaron leucemia 20 días después de su cumpleaños. Cuando lo llevamos para que lo evaluaran, le tomaron una punción. Desde el primer momento los médicos nos dijeron que había 80% de probabilidades de que tuviera cáncer en la sangre”, cuenta Geraldine Labrador, la madre del niño.

Geraldine y Robert son de Caracas, pero no por eso el viacrucis es menos difícil. A las 6:00 am salen de Petare y atraviesan la ciudad para atender al pequeño en el hospital de niños, ubicado en el oeste de la ciudad. La escasez de medicamentos es la cruz que llevarán a cuestas madre e hijo por los próximos dos años.

La Asparaginasa (quimioterapia para tratar la leucemia), el Mesna (fármaco para reducir los efectos secundarios del cáncer) y la Mercatopurina (inmunosupresor) los han buscado hasta en los servicios públicos de los noticieros, actualmente “minados” de solicitudes que van desde antibióticos hasta insulina.

Solo así, publicando su necesidad en Televen, Venevisión y Globovisión, Geraldine logró conseguir siete Asparaginasa. Aún le falta una ampolla más. No sabe de dónde sacará los 360 millones de bolívares en los que se calcula el tratamiento de Robert por los próximos dos años, y que el Estado no le puede garantizar a través del sistema público de salud. “Si hacemos milagros para comer, imagínate para comprar las quimioterapias y los medicamentos”, remata Geraldine.