j.m. de los rios

Solo médicos y pacientes mantienen en pie al hospital

Goteras y malas refacciones han corroído de a poco al hospital José Manuel de los Ríos, principal referencia pediátrica en Venezuela. Ha quedado resentido pese a los millonarios montos para reparaciones y compra de equipos anunciados en cadena nacional y en las memorias y cuentas del Ministerio de Salud. Después de los trabajos, los resultados siguen siendo los mismos: más filtraciones, más techos caídos, más quirófanos paralizados y más agonía para pacientes y familiares.

Así lo recoge Efecto Cocuyo en este especial #AgoniaEnelJM, a través del cual se hace una “radiografía” a los principales servicios.

Las instalaciones del hospital no son estériles. Una gruesa capa de polvo cubre la planta baja del edificio, que continúa bajo remodelaciones. En medio de los cuatro meses de protestas que vivió el país de abril a julio, el presidente Nicolás Maduro aprobó 79.482 millones de bolívares para el J. M. de los Ríos.

El 21 de junio, el Ejecutivo aprobó los recursos para remodelar el hospital de niños y realizar medidas de mantenimiento en otros seis hospitales de la capital. Sin embargo, los trabajos prometidos para el mes de agosto se atrasaron. Mientras, pacientes y familiares que aguardan por una operación o desesperan por conseguir algún medicamento se ahogan en nubes de polvo.

Dos meses después volvieron a abrir los quirófanos. Eso sí, a medias: hasta la segunda mitad de noviembre solo cuatro de ocho salas funcionan. En el resto continúan los trabajos de remodelación.

pasillo del hospital de niños j.m. de los rios

Al fondo del pasillo sin luz está el servicio de Medicina IV, “arrimado” mientras se le habilita un espacio propio

El derecho a la salud de los cientos de niños del J.M. de los Ríos quedó pospuesto durante dos meses. Algunos debieron ser referidos a otros hospitales con mayores limitaciones de insumos gracias a “acuerdos” entre los mismos doctores de los servicios. Otros tuvieron que ser trasladados a centros de salud privados por la emergencia de sus casos.

Gotas que derraman el vaso

En junio de 2016 un bote de aguas servidas anegó la terapia neonatal. Solo un bebé se encontraba hospitalizado en la sala para el momento de la inundación. El agua cayó teñida de rojo por la sangre que circulaba por la tubería, proveniente del quirófano. Días después, el problema de las aguas servidas empeoró. “Era como una cascada”, recordó Sonia Sifontes, presidenta de la Sociedad Venezolana de Médicos y jefe del servicio de Medicina III del J. M. de los Ríos.

Esa vez no fue ni la primera ni la última, sino otro día “normal” en el hospital de niños. Las fallas en las tuberías, ocasionadas por los años que tiene la estructura, han deteriorado paredes, techos y pisos por igual. El pasado 12 de septiembre los niños de Hematología no recibieron la punción lumbar debido a una filtración en el quirófano del servicio. Al día siguiente, la pequeña sala de operaciones se inundó.

Trabajos de remodelación y de mantenimiento no han faltado en la Terapia Neonatal, en la emergencia pediátrica y en el quirófano, donde usualmente ocurren las filtraciones. En 2012 se realizaron obras para acomodar pisos, paredes y tuberías, pero el problema persiste. “Este hospital es como una casa vieja. Arreglas algo y se le daña otra cosa”, aseguran los médicos sobre la estructura a la que se mudó el J. M. en 1958.

 

remodelaciones hospital de niños j-m- de los rios

El polvo de las remodelaciones en planta baja han llegado pisos arriba, a los demás servicios

De acuerdo con las memorias y cuentas del Ministerio de Salud, el J. M. de los Ríos ha estado contemplado en el proyecto “Construcción, ampliación, remodelación y modernización de las redes hospitalarias en los hospitales tipo I, II, III y IV, a nivel nacional” de la Fundación de Edificaciones y Equipamiento Hospitalario (Fundeeh) durante los años 2014 y 2015 (los registros disponibles más recientes), en donde se señalan trabajos de mantenimiento a equipos del hospital y de impermeabilización.

Salas enteras del hospital se han convertido en cementerios de equipos por falta de recursos para repuestos, mientras que las ventanas abiertas dejan entrar el humo de los carros y los malos olores de la basura en las calles de San Bernardino. También unos servicios han tenido que “mudarse” al espacio de otros por trabajos inconclusos o filtraciones en donde anteriormente se encontraban.

En la remodelación aprobada por el Ejecutivo este año no se contempló la rehabilitación del ala norte del servicio de Medicina II, actualmente con los techos descubiertos y las paredes sin frisar. Una sobrecarga eléctrica incendió el área en 2012. Hoy,  está en el olvido, medio cubierta con una lámina de cartón para disimular que sigue ahí, inoperante.

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Una falla eléctrica produjo un incendio en el ala norte de Medicina II

Escasez de todo menos de bacterias

La falta de mantenimiento del tanque que surte agua a la unidad de hemodiálisis ocasionó un brote infeccioso que cobró la vida de al menos cuatro pacientes nefrópatas, entre los dos y los 16 años de edad. Los niños del servicio de Nefrología empezaron en febrero de 2017 tras recibir sus diálisis.

Las madres de los pacientes aún esperan que se haga justicia y se determine quién es el culpable. La fundación Prepara Familia, que asiste a las madres del J. M. de los Ríos, alertó sobre el incremento de la mortalidad de los pacientes de Nefrología: para septiembre de 2017 se contabilizaron 12 muertes de niños, algunas atribuidas a las infecciones y otras a complicaciones de la enfermedad. La fundación no descarta que más menores de edad hayan fallecido por la contaminación de la unidad.

Durante el brote infeccioso, las madres tuvieron que proveerse de antibióticos por su cuenta. En algunos casos, debieron suministrarles medicinas vencidas a sus hijos, bajo el riesgo de que las bacterias se hicieran más fuertes. El Meropenem, antibiótico de amplio espectro, no estaba disponible en el hospital.

Mientras aprueban recursos para remodelaciones, los estantes de medicamentos se van quedando vacíos y las fundaciones tratan de conseguir una que otra medicina. Los antibióticos no  son lo único que falta; también yelcos, vitaminas, hierro, catéteres, sondas, válvulas, quimioterapias, quimioprotectores y más insumos y medicamentos. El principal hospital pediátrico del país maneja lo mismo que un ambulatorio.

Ni las remodelaciones ni los “pañitos calientes” de millonarios recursos son los que alivian la agonía del hospital. Solo la mística de sus doctores y la solidaridad de sus pacientes mantienen al J. M. de los Ríos en pie.

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pasillo del hospital de niños j.m. de los rios
remodelaciones hospital de niños j-m- de los rios
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