Hematología se desangra en silencio

Primero fue una filtración. Después se convirtió en gotera, y  luego en inundación. El 14 de septiembre, el techo frente al quirófano de Hematología cedió y la sala de operaciones se anegó por completo. Con aire acondicionado en funcionamiento, camas modernas y dibujos en las paredes, el servicio pareciera estar en mejores condiciones que los espacios de otras especialidades del hospital J. M. de los Ríos; pero en realidad el área de Hematología se desangra lentamente y en silencio.

El quirófano debería ser completamente estéril, pero las filtraciones en las paredes y en el techo atentan contra la salud de los niños con patologías de la sangre que asisten diariamente a las consultas. Hasta la fecha, el daño de los techos del servicio aún no ha sido reparado.

Los problemas se han propagado en todo el servicio. “A tientas” los galenos aplican protocolos a pacientes con leucemia, pues la falta de materiales y la obsolescencia de los equipos del principal hospital de niños del país dificultan que el diagnóstico sea certero.

“No hay reactivos para diagnosticar ni hacer seguimiento a la enfermedad. Nosotros podríamos estar suministrando un tipo de quimioterapia a un paciente, pero sin el examen no tenemos forma de saber cuál es su respuesta al tratamiento. Podríamos pensar que el niño mejora cuando en realidad está empeorando”, advierte Susana Pachano, jefa del servicio de Hematología.

Las tres pruebas de laboratorio clave para detectar la leucemia y determinar el pronóstico del paciente son la citometría de flujo (para el diagnóstico), la citogenética (para el pronóstico) y el examen de biología molecular (para el control de la patología). Actualmente hay problemas para hacer cualquiera de los tres.

“En el hospital, los equipos están obsoletos y no hay reactivos. La Fundación del Niño con Cáncer nos apoya con el examen de citometría de flujo, pero ellos también están teniendo problemas para conseguir el material. En la parte de biología molecular nos ayuda la Fundación Jacinto Convit, pero la citogenética solo se puede hacer en laboratorios privados, si es que estos tienen los reactivos. Aunque fuera así, es algo imposible de pagar para muchos de nuestros pacientes”, explica Pachano.

La jefa del servicio de Hematología advierte que la escasez de reactivos también afecta al Banco Municipal de Sangre, ubicado en el Hospital José María Vargas, que anteriormente podía realizar estas pruebas. “Se quedaron sin recursos”, asegura.

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No solo el diagnóstico está en rojo. También los inventarios de insumos y medicamentos que requieren los niños con enfermedades hematológicas. Según Pachano, el J. M. de los Ríos solo provee 25% de los tratamientos necesarios para los pacientes del servicio. El déficit, estimado en 75%, puede ser aún más agudo dependiendo de la patología.

“No hay Asparaginasa, básico para el tratamiento de la leucemia”, denuncia la hematóloga. “Hemos tenido que sustituir unos medicamentos por otros, pero hay unos que sencillamente son insustituibles. Cuando se hace un tratamiento así, ya se sabe que los resultados no van a ser buenos ¿Por qué no nos llegan los medicamentos? Habrá que preguntárselo al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss). No nos llega a nosotros y no le llega al resto del país”, subraya.

Buscar  el medicamento por sus propios medios no es una posibilidad para muchos pacientes. Un protocolo completo de dos años de duración para tratar la leucemia se calcula en unos 4.500 dólares. Este monto sería un aproximado de 450 millones de bolívares al cambio de la divisa en el mercado negro para diciembre de 2017.

Los cálculos realizados por los jefes del servicio son en base al protocolo requerido por pacientes con leucemia linfoblástica aguda, una de las patologías de la sangre más comunes en niños. Otros tratamientos pueden ascender a los 5.500 dólares.

Sin espacio y sin relevo

El servicio de Hematología ha quedado regado por todo el hospital. Hace seis años lo mudaron para realizar unas remodelaciones. Un año después de los trabajos, Infectología pasó a ocupar “temporalmente” el espacio habilitado para atender las enfermedades hematológicas, ubicado en el segundo piso de la torre de hospitalización. La ocupación, que debía ser temporal, se ha vuelto permanente, pues Infectología también se quedó sin su área por problemas con suministro de aire acondicionado.

La mudanza de Hematología se produjo luego de que el servicio se quedara sin residentes para atender a los pacientes hospitalizados. Ante el déficit de galenos, el área fue tomado por Infectología.

“Nosotros nos quedamos sin hospitalización. Ahora nuestros pacientes están por todo el hospital, hasta en la zona de triaje y en emergencia. Eso es grave porque son niños inmunocomprometidos que están al lado de pacientes con neumonía o meningitis”, advierte la jefa del servicio de Hematología.

No solo el hecho de no tener un espacio para hospitalizar a los pacientes preocupa a Pachano. También el déficit de personal. “Actualmente somos tres médicos adjuntos y uno ya está en período de jubilación. No se puede jubilar porque entonces nos quedaríamos solo dos para atender a los niños”, lamenta la doctora.

La inseguridad y la crisis económica y política que atraviesa el país ha empujado a los nuevos profesionales a buscar oportunidades en el exterior. Otro motivo de preocupación para la jefa de Hematología, pues a pesar de que cuentan con el apoyo de ocho residentes, sabe que tarde o temprano ese número se reducirá.

“Hay seis residentes que se van a graduar ahora, pero no sabemos si se van a quedar. Hay muchos que tienen aspiraciones de irse del país y terminan emigrando. De irse ellos, nos quedaríamos solo con dos. La generación de relevo de los médicos está en peligro”, alerta Pachano

 

 

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