Niños luchan contra el cáncer

Pabellones paralizados, escasez de quimioterapias, imposibilidad de hacer radioterapias y millonarios gastos en imágenes médicas. Ese es el diagnóstico del servicio de Oncología del hospital infantil J.M. de los Ríos, el más importante del país, donde los pacientes no solo deben hacer frente a la enfermedad, sino a un sistema público que cada vez hace menos por ellos.

Margarita debe viajar de lunes a viernes, desde Guarenas hasta Caracas, junto a su hija y a su nieta para las consultas y las quimioterapias en el centro de salud. “Aquí los doctores y las enfermeras trabajan con las uñas. Son los que sostienen esto”, aseguró. Con las uñas también tiene que buscar el dinero para las quimios de su nieta de dos años, a quien le diagnosticaron un condrosarcoma hace seis meses, un tumor maligno que aparece en las células productoras de cartílago.

“A ella la operaron hace poco y la trajimos para que le revisaran los puntos”, dijo la abuela de la pequeña. Pronto deberá regresar a la sala de las quimioterapias, por lo que se ha dedicado a buscar el tratamiento una vez más. “Hace seis meses era más fácil conseguirlo”, contó.

Hace unos meses le ofrecieron el tratamiento para su nieta, pero en el momento no tenía el dinero para pagarlo. “Era de una persona que había perdido a un familiar por el cáncer y me lo estaba vendiendo, pero yo no tenía cómo comprarlo”, lamentó. Teme que al igual que otros pacientes la única opción que le quede sea viajar a Colombia y adquirir las quimioterapias en el país vecino. Eso sí, a $500 aproximadamente para cubrir un mes de terapia. Unos 36 millones de bolívares al cambio de la divisa en el mercado negro.

Antes el hospital podía surtir el tratamiento a los pacientes. Hoy esa posibilidad no existe. Una lista con el membrete del Ministerio del Poder Popular para la Salud y con el logo del J.M. de los Ríos está pegada en la puerta del servicio. “Medicamentos en falla al 13/11/2017” Farmacia de Alto Costo, reza. Debajo del titular se extiende una tabla con 25 medicamentos antineoplásicos con sus respectivas presentaciones: hay desde fármacos de quimioterapias comunes hasta inmunosupresores, enzimas y proteínas. Faltan medicinas para tratar cualquier tipo de cáncer: en la sangre, para tumores blandos, para tumor de garganta o para tumor en la mama, para cáncer de pulmón, y la lista sigue.

Augusto Pereira, oncólogo pediatra y jefe del servicio de Oncología del hospital infantil desde el año 2000, sabe las penurias que viven sus pacientes. “Si no consiguen el tratamiento en el Seguro Social ni en Badán, entonces tienen que buscarlo fuera del país, ¿pero cuántas personas tienen esa posibilidad?”, inquirió.

Al tanto de la dificultad de encontrar las quimios sin cruzar la frontera, y con solo algunos tipos de tratamiento disponibles en el J.M. de los Ríos, Pereira da a sus pacientes un “tiempo prudencial” para que traigan las drogas para la próxima consulta. Dependiendo del tumor y de lo avanzado de la enfermedad, el tiempo varía de un par de días a poco más de una semana.

Si la búsqueda fue infructuosa por la escasez o por la falta de recursos, el galeno no se queda de brazos cruzados. “Cuando eso pasa nos vemos obligados a cambiar de protocolo. Es preferible ponerle al paciente un protocolo de segunda línea o con drogas menos nuevas y menos eficientes, que no colocarle nada”, lamentó.

El servicio de Oncología en los pisos cinco y seis del hospital se quedó pequeño. “El espacio físico es reducido. Una parte del servicio se dañó por la filtración de aguas negras y no se va a poder recuperar. Hay que ver si con las remodelaciones que le están haciendo al hospital podremos mudarnos a algún otra área”, señaló.

Todos los pacientes que atiende en el servicio necesitan cirugías, pero los pabellones trabajan a media máquina por las remodelaciones y el déficit de anestesiólogos. “Hay un total de ocho quirófanos, pero nunca hemos logrado abrir tres pabellones al mismo tiempo porque no hay quién ponga la anestesia”, denunció.

Sin radioterapias

Pereira advirtió que desde hace dos meses no se pueden realizar radioterapias en el hospital porque robaron las tuberías de cobre de la única máquina con la capacidad de atender pacientes pediátricos. Lleva más de cinco meses inoperativa y la reparación cuesta dólares. Con el tiempo en contra, la situación ha obligado a los padres de los pacientes a buscar alternativas fuera del sistema de salud público que resultan muy onerosas.

“En un servicio privado los costos son millonarios. Mientras la familia reúne el dinero, la enfermedad avanza y después puede ser peor”, advirtió el galeno.

Carlos Luis vino de Apure y sabe muy bien el costo de una radioterapia en una clínica privada de Caracas. El 17 de agosto su hija de cuatro años cumplió la décimo tercera sesión. “En el Centro Diagnóstico Docente de Las Mercedes 28 sesiones de radioterapia me salieron en 23 millones de bolívares”, contó. La pequeña tiene un tumor en el cerebro y, como la máquina del J.M. de los Ríos no está operativa, su familia tuvo que hacer el millonario gasto.

Los costos se han disparado en los últimos meses con el aumento del dólar en el mercado paralelo. La misma cantidad de sesiones que requería la hija de Carlos Luis tiene un costo de 146 millones de bolívares, monto para mediados de noviembre.