Nefrología, entre remodelaciones y  contaminación

Un mes después de la muerte de Daniel Laya, de dos años de edad, las cámaras de los canales del Estado se instalaron en el hospital de niños José Manuel de los Ríos. No para denunciar la cuarta muerte de un paciente nefrópata por el brote infeccioso que afectó a la unidad de hemodiálisis, sino para “inaugurar” el servicio de Nefrología, en remodelación desde 2011.

El año 2017 comenzó con mal diagnóstico para el servicio de Nefrología del J.M. Un fuerte brote infeccioso que se produjo en marzo cobró la vida de cuatro pacientes y mantuvo hospitalizados a más de 10 niños durante seis meses. El cierre del quirófano debido a las remodelaciones paralizó las operaciones de cambio de catéter entre agosto y octubre. Adicionalmente, solo se ha podido hacer una operación de trasplante.

Esa es la realidad que vive la unidad y que no se transmite en las pantallas de televisión del Estado. Seis años han transcurrido desde que iniciaron las remodelaciones en el piso de Nefrología durante la gestión de la ministra de Salud,  Eugenia Sader. “Por falta de dinero” se paralizaron y, posteriormente, fueron retomadas por Isabel Iturriza al asumir el ministerio dos años después.

Para abaratar costos, solo se planeó hacer los trabajos en el área de hospitalización. Entregaron la unidad de hemodiálisis en 2013 y pintaron el servicio. La jefa de Nefrología, Belén Arteaga, denuncia que no se colocaron las conexiones para los gases medicinales, clave para la atención de los pacientes. La empresa a cargo de la remodelación tuvo que romper las paredes y rehacer el trabajo por haber olvidado ese “detalle”.

El 26 de julio de 2017, tras el paso de otros seis ministros y con Luis López Chejade, como titular de la cartera de Salud, estaba previsto finalmente anunciar con bombos y platillos la inauguración del servicio.

Las cámaras de Venezolana de Televisión (VTV) llegaron al hospital ese miércoles para hacer un pase en vivo con el presidente Nicolás Maduro. Por problemas de conexión, la transmisión en directo no pudo ser y los trabajadores grabaron algunas imágenes para transmitirlas en diferido.

Un mes antes, el 25 de junio, Daniel Laya falleció en la terapia intensiva del hospital. El pequeño tenía dos bacterias alojadas en el catéter intracardíaco que le colocaron en el corazón. Fue la última víctima fatal del brote de klebsiella, pseudomona y neumococo que afectó a más de una decena de niños.

Un alto costo para los pacientes

Daniel Laya fue el último. Antes que él fallecieron Raziel Jaure, Samuel Becerra y Dilfred Jiménez, infectados con klebsiella y pseudomona. Se sospecha que el brote infeccioso se produjo por la falta de mantenimiento a los tanques que surten agua al J.M. de los Ríos. Especialistas de la Universidad Simón Bolívar realizaron un estudio y confirmaron la hipótesis de los trabajadores del hospital.

“Encontramos los tres tanques contaminados, sobre todo el que surte al área de nefrología. Podemos ir al cuarto de la basura y constatar que está vacío mientras en los alrededores del tanque se encuentra la basura regada, y las lluvias de entonces contribuyeron a que se permeara al tanque; igualmente, encontramos heces de animales en los alrededores”, señala el equipo de ingenieros de la UG de Tecnologías en Salud de la USB sobre el estudio realizado en el último trimestre de 2016.

La jefa del servicio de Nefrología, Belén Arteaga, añade a las causas el escaso mantenimiento a las máquinas de diálisis. Denuncia que los trabajos que debieron hacerse en noviembre de 2016 se terminaron haciendo en abril del año siguiente.

Hasta la fecha no ha habido un pronunciamiento definitivo por parte de las autoridades en materia de salud. El pasado 10 de noviembre la ONG Prepara Familia informó que el Ministerio de Salud realizó el mantenimiento correspondiente a la planta de ósmosis de la unidad de hemodiálisis. Sin embargo, advirtió que aún faltan la limpieza de los tres tanques de agua del hospital.

El Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel tomó una muestra del agua de los tanques del centro de salud en el mes de junio. Se desconoce cuáles fueron los resultados.

El brote quedó en el pasado y aunque autoridades del Ministerio Público sugirieron cerrar la unidad de hemodiálisis para prevenir que más niños se contaminaran, actualmente el servicio funciona con “normalidad”.

Arteaga mira atrás y lamenta lo que tuvieron que pasar sus pacientes y las madres de estos. “Hemos superado la parte infecciosa. Ahora se están haciendo los mantenimientos a tiempo. Pero para que hicieran eso fue un costo muy alto”, asegura.

Ni médicos ni medicamentos

“Estamos a mitad de máquina”, dice la nefróloga Belén Arteaga. Por una parte, es la escasez de medicamentos la que frena que el servicio de estar completamente operativo. Por otra, la falta de médicos para atender a los pacientes renales.

“Este año renunciaron dos residentes y un adjunto. Por esta razón no podemos atender a la misma cantidad de pacientes que antes. Necesitamos un mínimo de seis residentes, pero actualmente tenemos cuatro. En diciembre se gradúan tres y no sabemos si se van a quedar en el hospital porque la remuneración en el hospital no es ni justa ni lógica”, explica.

Arteaga advierte que el hospital provee los medicamentos que requieren los pacientes, pero destaca la falta de continuidad como el principal problema del suministro. “Los pacientes renales necesitan antihipertensivos e inmunosupresores. Eso lo tiene que dar el hospital, pero no lo surte de forma continua”, dice